martes, 20 de enero de 2009

Dejad que los niños se acerquen a mí…


Recuerdo que de niño literalmente me obligaban a ir a misa… con amenazas del aquel horrendo cinturón de hebillas de mi papa, o con las amenazas típicas de que si no asistía a misa, me iba a ir al infierno al morir… Y la verdad… si me disculpan la palabra, que jodienda es para un niño de ir a la iglesia un domingo por la mañana a escuchar a un señor hablando como en forma de arrullo, con ese sonsonete monótono… cosas que no entiendes, que si siéntense, que si párense, que si arrodíllense, etc.…

Y la hora en que te daban esa cosita tipo oblea, no podías pasar a comerla, porque la maestra de catecismo te decía que era pecado hacerlo sin confesarte, y que darte con el antojo, de comer “el cuerpo de Cristo”…

Recuerdo que lo que más me gustaba de la iglesia eran los angelitos pintados en el techo y la hora de salir de misa, porque nos íbamos a la matiné del cine.
Y hoy platicando con un amigo que para mí es un gran regalo de Dios, ó de la vida ó del destino como quieras llamarlo, (cada quien se siente cómodo en llamarlo de alguna manera, sin saber que todo significa lo mismo en realidad), me vinieron de golpe esos recuerdos y aquella frase Bíblica de Jesús, “… Dejad que los niños se acerquen a mi” (no te digo en que versículo, porque no lo recuerdo y si quieres comprobarlo ya leerás la biblia tú, y quizá encuentres más regalos que solo son para ti).

En fin, al recordar esa frase la luz se hizo en mi mente, pues en realidad Jesús dijo mucho más de lo que se lee… dice:

Acércate a mí como un niño…

Acércate a mí con inocencia (deja la formalidad falsa de lado)…

Acércate a mí si quieres jugar, reír o llorar…

Acércate a mí con tu particular forma de ser…

Acércate a mí y háblame con tu corazón tal como lo hace un niño…

Acércate a mí y lléname de preguntas, lléname de porqués…

Acércate a mí y pídeme lo que quieras, tal como el niño hace con su padre o madre en una tienda de dulces o juguetes…

Acércate a mí y cuéntame tus travesuras, cuéntame tus sueños…

Acércate a mí y lléname de chocolate la ropa y dame la mano para que crucemos juntos la calle…

Dejad que los niños se acerquen a mi dijo Jesús… Porque el reino de los cielos está en todas partes, tan es así, que si levantas una roca allí encontrarás el reino de mi Padre… dejad que los niños se acerquen a mí, y que me encuentren mientras juegan con la pelota, mientras pedalean una bicicleta, mientras disfrutan de las flores y los dulces, dejad que me encuentren en los arrulladores brazos de su madre, en el regaño cariñoso de su padre… y en todo lo sorprendente que van aprendiendo durante toda su vida…. TODA.

Dejad que los niños se acerquen a mí, no les digas que hay un solo camino para encontrarme, porque me encontrarán siempre que quieran buscarme… Pues todos los caminos llevan a mi Padre… Porque mi reino no es una carrera, mi reino es una travesía…

Dejad que los niños se acerquen a mí, aunque tengan 100 años…

Acércate a mí…

… Pues Jesús dijo: … Dejad que los niños se acerquen a mí…

Pero no es lo que me dice a mí esa frase, yo te comparto lo que me llego al corazón, pero lo importante es, que significa para ti.

Con amor

Un niño que vive cerca de Él.


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